Y se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra, y va brotando, brotando, como el musguito en la piedra; así canta Violeta Parra a los pequeños pasos que genera hacer el surco con sentimiento y con la convicción de dirigirse por el camino correcto. Esto es, en gran parte, lo que resume el guiar el trabajo por la palabra vieja, el retomar la vía de lo comunitario sobre lo individual, la solidaridad sobre la competencia, y el creer en el ser humano y en su diversidad, no en el mercado global ni en su enajenación y homogeneización consecuentes.
Sabedores entonces, de que hay un México que conoció su propia esencia con sólo mirarse hacia dentro, con regocijarse en su identidad al vivir de la mano con su entorno natural, hablaremos de un lugar que existe en el sur de Veracruz, en el mismito corazón del llamado Sotavento y donde la selva revienta en aguaje, el río en mar y la sierra en llano. En este lugar se canta otra vez el Son Jarocho y el niño se admira de nuevo en los ojos del viejo, de poco en poco.
Así, desde una de las muchas y centenarias marginalidades, la del actual municipio de Playa Vicente, y que más antes fuera la cabecera prehispánica de Huaxpaltepec, rectora de una vasta región de filiación popoluca, borrada por completo por las epidemias y por la explotación de los conquistadores, poblada ahora por seis etnias distintas y por grupos afromestizos, los esfuerzos por revalorar el trabajo de la tierra como patrimonio milenario, por voltear hacia la historia oral y la organización comunitaria como punto de partida para recuperar nuestra verdadera forma de vida, no han encontrado, de ninguna manera en las Instituciones Culturales actuales, la respuesta necesaria. Por el contrario, estas mismas Instituciones han sido arrastradas por la visión elitista, excluyente y últimamente globalizadora de los gobiernos estatales y federales. A pesar de los contados esfuerzos individuales, las condiciones burocráticas y de cúpula bajo las cuales se incluyen o se desechan proyectos, obedecen y favorecen sólo a un sector de la población y se priorizan, bajo este mismo planteamiento, las opciones que arrojen resultados tangibles en el sentido material a corto plazo, coartando aquellas que posibiliten un desarrollo cultural comunitario que se traduzca en la autosustentabilidad y autogestión de nuestros pueblos, tanto indígenas como mestizos.
