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(..) Bajo un clásico cielo tropical, el advenedizo proveniente del sur, recorría un camino que le conducía, sin saber, a un desesperante panorama. En la plaza central del pueblo, el reflejo de la noche anterior. Cuerpos explayados e inmóviles, percudidos por el desconcierto al desear huir de aquellos disparos esparcidos a lo largo de la plaza, los cuales fueron dirigidos a cada uno de los cuerpos que se congregaron en aquel lugar donde antes de las acciones militares se cantaba y se levantaban voces en procura de una mejora de sus condiciones primarias. Organizados en familias, sindicatos y asistentes también de forma individual, se reunieron en aquel centro estratégico engañados por las mismas falsas promesas de los centros de poder. Los disparos empezaron en las primeras horas de la madrugada y terminaron sus abruptos sonidos cuando los fusiles cansados calentaron las manos de quienes las detentaban y cayeron como los cuerpos de aquellos a quienes habían aniquilado. las voces dictatoriales se escondieron en la negación. La plaza, no solo recogía los cuerpos inertes de todas las posibles figuras humanas, si no que dentro de si, concentraba un único eco que se mezclaba sonidos agudos y graves, revolucionarios y reaccionarios; retumbando fuera de su frontera física en espera de algún espíritu que decidiera tomarle y revivirle (...)


RENACER
Muerte en cada sueño nacido de la esperanza.
Muerte en cada ilusión fruto de la esperanza.
Motivados por un sueño, un despertar, anhelos:
soporte para continuar.
Levantando las manos cada vez más, sacrificando.
Uniendo esperanzas, construyendo un ideal, viendo horizontes
qué alcanzar, razones por qué continuar.
El choque inevitable estalló, un estruendo silenció la voz.
El temor se apodero, prevaleció.
Se perdió la esperanza, se esfumó toda ilusión.
Desconsuelo, nueva frustración.
Se pierde el aire, resignación.
Mas el sentimiento aún está latente no desaparece.
Crear un espacio para crecer, desafiar el temor, renacer.