Ariel Rot repica con los pies contra los pedales del desvencijado armónium. "Con redoble de batería final", dice. Y se ríe. Ha visto el instrumento medio escondido en un rincón del estudio y le han entrado unas ganas locas de usarlo. Se nota que se lo está pasando bien. La Casa Murada le hace pensar en la mansión francesa de Keith Richards donde los Stones grabaron parte de "Exile on Main St.". "Lujo y bohemia. Esto es precisamente el rock and roll, ¿no?". Ariel no tocaba un armónium desde niño, cuando se sentaba en la banqueta del que tenían en su colegio. Juega un rato con el viejo teclado a pedales pero al final desiste. Se oye más el crujir de la madera que el bufido de las notas.
Ha traído su guitarra eléctrica pero le apetece más usar el piano que hay, bien a la vista, en la sala de grabación. Nos advierte que el piano no es su instrumento pero que se lleva bien con él. Le dejamos hacer. Una vez le acompañamos durante una gira en solitario, así que sabemos que el teclado de La Casa Murada estará en buenas manos. Dice Ariel que le pilla un poco tarde para ser Randy Newman, que los grandes instrumentistas se construyen a copia de miles de horas y a él ya no le dará tiempo. Nosotros añadimos que el ángel se tiene o no se tiene. Y que ese día en la Casa Murada, Ariel se trajo al suyo.
