Anastasia Sonaranda. Clausura del Festival Rosario Castellanos. "Del Son y las Flores" - Video
PUBLISHED:  Jan 14, 2014
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Programa "Del Son y las Flores" música por la paz y la naturaleza.
Homenaje a dos mexicanos ilustres: Alfredo López Austin y Belisario Domínguez.
Sonaranda es un recorrido por los paisajes sonoros de México, dando una visión contemporánea del "son", desarrollando la composición y el arreglo basado en la música tradicional y popular del país, fusionado con diversos lenguajes principalmente académicos y de sonidos del mundo. Su música va desde obra para guitara sola, obra para diversos ensambles de cámara, orquestal y canciones.

Mauricio Cervantes, violín
David Sanginés, flauta transversa
David Sánchez, contrabajo
Alejandro Flores, percusión
Camilo Ayam, danza
Anastasia Guzmán "Sonaranda", guitarra, jarana huasteca, jarana jarocha,
vihuela, voz y tenábares

Texto de Alfredo López Austin especial para este concierto.

A los músicos, salud.

A los apasionados por el arte que acuden a su convocatoria, también salud.

¡Cómo me hubiera gustado estar hoy compartiendo con todos ustedes la feliz ocasión de convivencia! Las circunstancias, sin embargo, no han sido favorables, y lamento no responder directamente, con voz y presencia, a las amables menciones que ustedes me han anunciado. Recibo con emoción este mensaje, a la distancia, y desde la distancia van mi pensamiento y mi enorme agradecimiento.

Una de las grandes carencias de mi vida es la de educación musical. Se dio así, y es demasiado tarde para remediarlo. Si de un día para otro, por milagro, se curara mi mal por la intervención maravillosa de algún genio embotellado, no dejaría de lamentar mi ignorancia en los años ya perdidos: la niñez, la juventud, la madurez, la vejez desde hace tiempo recorrida, cuando el construir con mis manos y mi voz un entorno de sonido me hubiera elevado a la altura en que el mundo se ve más amplio, más nítido, más iluminado, donde a la visión se unen la pasión y el pensamiento. Hubiera podido entonces envolverme en la música para diluir en el aire una parte de mí mismo, y después, en sentido inverso, aspirar y aspirarme en aquel aliento, ya enaltecido por la atmósfera que había sido capaz de hacer vibrar. Al menos así imagino que construyen y se construyen los músicos, y por ello los admiro y envidio... con envidia de la buena.

Pese a mi ignorancia y a mi impericia expresas en materia musical, hoy recibo de ustedes un fraternal llamado. ¿Con qué puedo responderles, si mi ejercicio cotidiano no está en el noble campo de las artes? Busco, abstrayendo los oficios, la que creo que es la respuesta: un punto de encuentro, un puente, y en el puente dos aspiraciones que se vuelven paralelas. Quien se eleva en el arte no lo hace con la pura intención del gozo personal. Su ejercicio es manifestación, invitación, mensaje. El canto mueve al semejante; la música enlaza a los humanos; el ritmo incita la obra colectiva. Y aquí está la semejanza: mover, enlazar para enlazarme, incitar para incluirme cohesivamente en la colectividad, ese también es mi propósito. Puedo reconocerme en la hermandad que se produce en los sentidos de obra, en los fines. Mis fines son los mismos, pues el gozo-deber-trabajo-realización sólo es posible cuando rompe los estrechos límites del individuo biológico para derramarse, para revelar la verdadera naturaleza del individuo: la del individuo social. El ejemplo son el canto, la música, que se gestan en la mente, en el pecho, en la garganta, pero que sólo son cuando se externan para realizarse, cuando chocan contra las ondas del ambiente, contra las cuerdas, contra las láminas que vibran, contra la piel que se resiste; que sólo son cuando se convierten en eco, porque para el eco fueron creados. La creación es vínculo.

Siempre es tiempo de construir; pero el presente apremia. Sobre México se ha instalado la desgracia. Al saqueo voraz, a la irresponsabilidad de los dirigentes, a la violencia, se suman hoy hasta las fuerzas naturales. Todo incide en disolver los suelos; en arrastrar muy lejos las grandes y las exiguas riquezas; en cubrir con lodo los rostros (que no vean, que no oigan, que no se perciba si su aliento es débil o si ya se ha ido). Todo incide en desatar vínculos, y los seres queridos se pierden, los cuerpos se separan, las carnes se pudren. Hoy, más que nunca, es necesaria la construcción conjunta que disipe tormentas, devuelva el vigor y nos conduzca a todos a los nuevos horizontes que sólo se alcanzan con la acción común. Es el tiempo de unir conciencia y creación en la obra común.

Hoy el tiempo apremia la construcción. Si navegamos en esta balsa, acompasemos con el ritmo los golpes de remo. Ustedes me invitan al coro y acepto el llamado. Que cada quien se sume y ocupe su sitio, y aquel que desentone, disimule la voz, pero no enmudezca. Si es preciso cantar, cantemos juntos.
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