A lo lejos comienza a escucharse, una especie de prolongación del sonido que emiten los camiones, las voces, los pasos, los taxis, los bares y tugurios, una especie de eco de lo que fue esta ciudad y lo que es, de su destino de paso a otro país, y sus terribles condiciones climáticas. Reverberaciones del pasado, de lo que nunca fue para algunos, de lo que no será y tomar la decisión de quedarse en este lugar, en el desierto, entre tierra, sol y edificios deteriorados… y al final somos cada día más haciendo nuestra vida aquí.
Parece que se detiene en el tiempo, los colores de las letras que conforman los nombres de los lugares están deslavados, pareciera que se vende el mismo tipo de producto desde muchos años, que las personas que ahí trabajan son exactamente las mismas. En este lugar, donde pudiera pensarse que no pasa el tiempo, si no que todo se va palideciendo, cientos de personas recorren sus calles, de un lugar a otro, personas con innumerables cantidades de pensamientos y sentimientos que se encuentran sobre el concreto, que van perdiendo sus sueños mientras dan un paso, y uno más crean otros, aquel que ve tan cerca el estar con su familia al otro lado de la reja, aquel que arriesga un sinnúmero de veces su vida para ir al lugar que no lo quiere.
Mujeres que paradas en una esquina completan la imagen del cliché de la vida nocturna. Hombres que someten su vida a placer. Un lugar que les recuerda que no existe la buena vida, un lugar que los obliga a enterrar sus ilusiones en lo hondo del desierto, para que se pierdan, y no poder encontrarlos más en su inmensidad, y morir intentando recuperarlos.
Entre prostitutas, vagabundos, drogadictos se pasan las noches… entre empresarios, lavacarros, floristas, mendigos, barmans, abogados, y puestos se pasan los días.
Es el centro, lugar de nadie, lugar de todo.
E irónicamente colinda con la frontera a Estados Unidos, nos recuerda el lugar que no somos, no seremos y no sabemos aún si queremos ser, algunos corremos en busca de algo que aquí se torna más difícil que arriesgarse la vida en el desierto o escondido por días sin comer.
Cómo llegamos aquí, en qué momentos decidimos vivir en este lugar, simplemente aparecimos, nos descubrimos y ahora es imposible dejar todo lo que somos atrás.
En estas atípicas condiciones para todo mundo, excepto para los mexicalenses, nace Zona Tango, sin saber cómo o por qué, buscando algo, sin saber qué, encontrando algo, sin reconocerlo. Inmerso en el centro de una ciudad que no encuentra, que busca y busca y no encuentra, al límite de la felicidad, en frontera directa con ella, en el olvido, en el recuerdo, bajo un sol que en verano ilumina a expensas de los 50 grados. En un desierto que no descubres pero no deja de estar presente.
Zona Tango comienza en el mes de diciembre del 2004. Integrada por Koko, Pila, Toshi y Metal, quienes también desean olvidarse de si mismo, para ser simplemente un instrumento, de creación, de tonos ambiguos, influenciados por el dub, rock psicodélico, y otros ritmos. Zona Tango no utiliza las palabras para expresar, son melodías y momentos en la vida del grupo.
Con los cuatro integrantes como autores crean su primer disco, titulado Vol. Uno, compuesto por nueve canciones: Iramishamisa, la pegada, Reforma y calle México, fun key, karate dub, efecto tango, L.A. surf, día y Sr. T.
Los colores, las imágenes y los diseños que adornan a Zona Tango son realizados por Twenty Seven, quien se identifica en el contexto urbano, plasma y detalla, una posible imagen que pueden tener los sonidos del grupo, dejando el resto a la imaginación de aquel que los escucha.
Y es aquí, donde nace la música, entre la plaza del mariachi, las dulcerías, los lugares nocturnos, entre las voces de súplica, los piropos, y las intimidaciones nacen los acordes, la melodía, y el género que abarca diferentes influencias, nace Zona Tango, nace en el Tango.
Solían tirar el rol por el Tango, y de ellos es la palabra, el Tango o el Centro o el Downtown…
