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ALEJANDRA MIGUEZ, UN CORAZON HECHO CANCION
Por Colombia Páez
Cantar para Dios es su pacto. Servirle es su compromiso, su meta.
En la sala de operaciones de un hospital en Miami, a punto de ser operada de corazón abierto y a riesgo de perder la vida, una pequeña de once años cierra sus ojos y le clama a Dios que la salve. “Señor, si tú me sanas, yo te entrego mi vida, yo te entrego para siempre mi voz y todo mi talento”.
Y Dios la escuchó. Momentos antes de la intervención, los médicos entraron al quirófano para decirle que ya no le abrirían el pecho, que no se lo explicaban, pero del orificio enorme que tenía en su corazón sólo quedaba uno pequeño que sería restaurado por medio de un cateterismo.
De aquél momento no queda ya sino el recuerdo. La niña, hija de padre cubano y madre guatemalteca, es hoy una cantante de 17 años que se presenta ante el mundo como uno de los jóvenes talentos de la música cristiana hispanoamericana. Su plataforma de lanzamiento han sido iglesias en Miami y Centro América, adonde esta artista ha sido invitada a varios conciertos, no sólo para promover el amor a Dios entre la juventud, sino para servir como modelo entre los chicos de su edad, en un mundo cada vez más convulsionado.
Desde aquél día en que Alejandra Miguez hizo un pacto con Dios para servirle de la única y mejor forma en que sabía hacerlo: cantando, su promesa ha fructificado en dos discos compactos. El más reciente tiene una variación de ritmos. Tiene música tropical y “música profunda salida del corazón”, dice la intérprete. Las letras son compuestas tanto por el productor Miguel Ángel Villagrán, como por Kristy Motta, y por la misma Alejandra.
“El tema que compuse se titula ‘Algo sobrenatural’. Esto ha sido un sueño, el poder poner una canción mía. Desde niña soñaba con videos musicales hechos por mí. Siempre me gustó escribir porque toda la obra de Dios es inspiración para mí”, dice Alejandra. “A veces estoy sentada y me viene a la mente una melodía. Otras veces en la escuela cuando estoy con mis compañeras y me llega una melodía, tengo que parar lo que estoy haciendo, y gracias a la tecnología, que debo decir es algo buenísimo, saco mi celular y grabo lo que tengo, después termino la canción. El señor me da cosas así de un día para otro. El señor me da la música y la letra”.
Los inicios de Alejandra en el canto se remontan a su temprana niñez.
“A los cinco años mi papá notó mi interés hacia la música, entonces cada vez que llegábamos a un centro comercial, a un mercado, a la consulta médica, me hacía cantar una canción cristiana. En medio de las conversaciones de política y prácticamente de la nada, les decía a las personas con las que estaba hablando: ¿Ustedes saben que yo tengo una hija que canta? Y yo decía ¡hay Dios mío! Pero cantaba. El me decía: ‘Dale, canta que tú eres hija mía’. Ya yo tenía todo un repertorio de canciones, porque sabía que mi papá siempre iba a hacer lo mismo”.
Esta experiencia le ayudó para perder la pena y así a los ocho años cantó por primera vez en un escenario grande, en su iglesia de Westchester en Miami. “Fue una emoción grandísima porque yo siempre soñaba con estar parada en un escenario con un micrófono”. También le sirvió como antesala de preparación haber cantado en su escuela primaria, Olimpia Elementary, en los shows de talento y haber sido parte del coro.
Alejandra asegura que nunca le ha importado la fama y en cambio le importa cumplir el pacto que hizo con Dios, de manera gozosa y siempre a través de la música.
“He sido maestra de niños en mi iglesia. Les enseñaba a cantar a los más pequeñitos cuando yo apenas tenía once años. Como maestra les contaba pasajes de la Biblia en forma de historias, de manera entretenida para ellos y me involucré también con el grupo de alabanza de jóvenes. Es decir todo lo que tuviera que ver con canto, allí estaba yo siempre disponible, sin importar la hora o el día”.
Ser una niña cristiana en medio del mundo no siempre ha sido fácil, muchas veces la rechazaron por hablar de Dios, pero siempre sintió el respaldo del Señor. Alejandra recuerda cómo un niño se burlaba de manera cruel, porque ella era cristiana Pero al ponerlo en oración tuvo una respuesta: “El niño cambió inmediatamente, se sentó conmigo y hasta un regalo me hizo para la navidad”. Otra experiencia tuvo con una maestra que le impidió formar parte de la delegación de su escuela intermedia en un concurso, porque no cantaba algo mundano y con los ritmos de moda. La maestra rechazó su trabajo en frente de los alumnos. También en esa ocasión, Alejandra pidió a Dios justicia y su maestra públicamente le pidió perdón.
“Ahí, en ese momento, entendí que las cosas suceden en el tiempo de Dios y no en el nuestro”, dice hoy la joven cantante. Sin embargo, allí en esa escuela intermedia, la South Miami Middle, la naciente estrella recibió muy buena instrucción musical. “Tuve la fortuna de que mi maestro era doctorado en canto y esto fue de gran bendición para mi carrera”, asegura.
Alejandra cursa hoy el grado once en la escuela John A. Ferguson Senior High de Miami, es estudiante de honores con un alto promedio académico y reparte su tiempo entre los deberes escolares, la iglesia, el ministerio con los jóvenes y sus compromisos musicales. “Hoy día tengo mucha aceptación entre los jóvenes con mi cristianismo. Creo firmemente que cuando uno tiene la gracia de Dios, cuando uno anda con Dios, eso se percibe, como que uno cae bien a la gente”.
La artista dice que le gusta dar su testimonio, sobre todo cuando la gente pone en duda los milagros que Dios hace, pues asegura que su caso fue un verdadero milagro, ya que pasó años con un diagnóstico errado de asma y alergias cuando en realidad tenía un serio problema en su corazón. Cuenta que mientras los demás niños jugaban al aire libre, ella tenía que estar dentro de casa. “Cuando cuento lo que me pasó, lo de la operación, los muchachos dicen que quieren saber más de ese Dios que hace milagros. Me dicen: Yo quiero saber más de ese Dios a quien tú amas tanto y al que le sirves”.
Con una madurez sorprendente para su edad, Alejandra opina que aunque tener un hijo es algo maravilloso, tenerlo a destiempo es un desatino. Pertenece a un movimiento pro-virginidad y cree que llegar virgen al matrimonio y guardarse para el verdadero amor “es algo lindo, resultado del temor de Dios y de conocer la palabra”.
Asegura que todo su conocimiento es un conjunto de vivencias, enseñanzas de sus padres, de la iglesia y de la palabra de Dios. “La palabra de Dios lo dice todo. Si alguna vez me encuentro afligida, acudo a la palabra y de repente puedo encontrar un salmo que me ayuda y me motiva a salir adelante”.
Su mensaje a los jóvenes para enfrentarse a los problemas de la vida, es que se atrevan a marcar la diferencia. “Yo como joven también que soy, sé de todo lo que hay allá afuera en el mundo, de todo lo que se ofrece. Muchos piensan que el cristianismo es aburrido y les da temor ir a una iglesia. Yo digo que no, porque uno se puede gozar en el señor, allí se canta, se baila, se vive en el nombre de Dios. Mi mensaje es que Dios nos abre las puertas que necesitamos. Mi mensaje es de fe y esperanza. Yo lo he vivido en carne propia, Dios no sólo me salvó, sino me cumplió mi sueño de cantar; y cada vez que me subo a una tarima, sea pequeña o grande, haya mucha gente o poca, siento la misma emoción, la misma felicidad, porque le estoy cantando a él. Siempre le doy las gracias por darme la oportunidad de vivir y de vivir mi sueño. Tanto que no encuentro todas las palabras precisas para agradecer lo mucho que me a dado”.
En su más reciente examen del corazón, el médico le aseguró que le funciona como un reloj suizo. Hoy, cuando Alejandra cierra sus ojos, ya no es para clamar por su vida, sino para agradecer al creador por cada minuto que le permite vivir. Hoy, su corazón se ha hecho canción.
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